Palabras
de Isaac Nahón durante la presentación de La conjura del esplendor en la
Universidad de Ottawa el pasado 16 de febrero, 2017.
Quiero
antes que nada agradecer a mis colegas Luis Abanto Rojas y Jorge Carlos
Guerrero por haberme dado la oportunidad de presentar la novela que coescribí
con Meir Magar, La conjura del esplendor,
aquí en la Universidad de Ottawa.
Quiero
también agradecer a todos los presentes por acompañarme en esta ocasión a pesar
de las inclemencias del invierno.
Quiero
dedicar esta presentación a la memoria de mi amigo y colega Mahmoud Eid,
profesor en el Departamento de comunicación. I would like to dedicate this presentation to the memory of my friend
and colleague Mahmoud Eid, in the spirit of openness and appreciation of
diversity that guided our collaborations in intercultural and international communication.
Descansa en paz, querido amigo.
La
presentación estará dividida en cuatro partes: 1. ¿Cuáles son los retos de
escribir una novela a cuatro manos?; 2. ¿Por qué el título y por qué esta
portada?; 3. ¿Qué sentido tiene contar hoy en día la historia de los sefardíes
en el contexto de este mundo convulso?; 4. ¿Cuál es la relación entre ficción,
historia y actualidad?
Primero, quiero
compartir mis impresiones sobre la experiencia de escribir una novela a cuatro
manos, especialmente cuando median cuatro mil kilómetros de distancia entre los
dos autores. Claro que hoy en día tenemos Whatsapp, Skype, correo electrónico,
Google. Sin embargo, a pesar de toda la tecnología, el reto de la escritura a
dos no es tanto cómo intercambiar información, textos, sino cómo ir generando una
historia, o varias historias (como es el caso en esta novela), que resulten más
o menos coherentes, y que puedan capturar el interés del lector.
Como todo
en la vida, La conjura del esplendor
tiene un origen, y este origen se debe a una investigación que Meir empezó
sobre los Nahón. Él una investigación muy completa, leyó muchos documentos y,
por supuesto, la historia de los Nahón es la de los sefardíes expulsados de
España. El resultado de esa investigación se convirtió en un artículo que Meir
publicó en la revista Maguén-Escudo del Centro de Estudios Sefardíes de Caracas.
Pero Meir tenía muchísimo material que había recopilado. Un día me llamó y me
dijo: aquí tengo un montón de información interesante sobre los sefardíes, y se
me ocurre que podría escribir una novela con esto. ¿Quieres que escribamos la
novela juntos?
La verdad
que no estaba seguro qué podría salir de este experimento. Meir se ocupó de
todo lo que es histórico o antiguo en La
conjura del esplendor. Yo me concentré en lo que es actual, o al menos en
lo que nos habla del mundo de hoy. El reto era cómo conectábamos esos dos ejes
narrativos. ¿Qué podía unir la saga de los descendientes del gran poeta Yehudá
Ha’Leví Abulafia con una trama de delirios apocalípticos de fanáticos
religiosos tan propia de este convulso mundo de hoy en día?
El proceso
de escritura fue un contrapunteo, como se dice en el llano venezolano, a veces
bastante intenso, pues a un capítulo histórico o antiguo de Meir, le seguía
otro mío anclado en la actualidad de las conspiraciones, los hackers y un
trabajo casi detectivesco que hacen algunos de los personajes de la novela.
Pero hubo
momentos en que el juego se trancó, y el contrapunteo no salía tan fluido. Más
que escribir, en esos momentos de “páginas en blanco”, especialmente para mí,
una conversación por Skype con Meir ayudaba a encender la chispa de la
imaginación y a encontrar la salida del laberinto que habíamos construido.
Ahora bien,
¿por qué llamamos la novela La conjura
del esplendor y por qué la portada tiene un ojo y un anzuelo? (portada que
por cierto diseño mi hijo Gabriel, quien hizo un gran trabajo). El otro día
conversando con mi colega Pierre Lévy, me hizo la siguiente observación: la
idea de conjura, de conspiración, refiere normalmente a la opacidad. ¿Por qué
entonces llamarla La conjura del
esplendor? Justamente porque la clave está en el brillo de un objeto que
deslumbra y que está en el centro de la conjura, y en el deslumbramiento (éblouissement
en francés) que puede producir en fanáticos delirantes un relato, una historia
que puede parecer fantástica, imposible, pero que para ellos resulta, dentro de
su locura, totalmente verosímil. ¿Y quién arma esta conjura? Pues alguien que
lo ve todo, representado por el ojo omnipresente, que tiene acceso a la
información y a la psicología de estos delirantes, y por eso lanza un anzuelo
resplandeciente con la carnada de la conjura para atrapar a estos fanáticos
dispuestos a creer su propia intoxicación conspirativa.
Tercero, el
laberinto que armamos a cuatro manos en la conjura tiene una base que mi coautor,
Meir Magar, fue construyendo con mucho cuidado. Todo lo que se refiere en La conjura del esplendor a la historia
de los sefardíes antes y después de la expulsión de España en 1492 está bien
documentado. En las notas del “escritor” de la novela dentro de la novela, el
Doctor Hayim Abulafia (descendiente del gran poeta Yehudá Ha’Leví Abulafia),
cardiólogo de Tel Aviv, están todas las referencias que documentan esa historia
de momentos esplendorosos y momentos terribles que vivieron los judíos en
España. Pero creo que el valor de la novela, y claro es una opinión muy
subjetiva de una parte interesada, reside en plantear el tema del sefardismo,
del ser judío sefardí, en el contexto actual, y explorar, dese la ficción, cómo
lo que ocurrió en un pasado remoto adquiere sentido en el momento geopolítico actual
en el que identidades surgen, cambian, se consolidan, se enfrentan y también
conviven.
Y esto
justamente me lleva al cuarto punto de esta presentación. ¿Cómo se articulan
historia, ficción y actualidad en la novela? Creo que, a diferencia de la historia
de los historiadores, que tiene una rigurosidad científica necesaria, la
historia novelada o la historia ficción nos permite presentar unos matices,
unos grises que resultan importantes para comprender lo que estamos viviendo en
la actualidad. Quiero, en ese sentido, destacar algo de los personajes de La conjura del esplendor: son personajes
muy humanos con sus glorias y sus miserias, con sus idealismos y sus impulsos más
básicos. Y a veces, los que son comúnmente presentados por los medios de
comunicación como los villanos, también tienen un lado heroico, y viceversa,
hay héroes que en ocasiones pueden resultar villanos. Y en este laberinto que
es la novela, a veces nos metemos en caminos llenos de bifurcaciones. ¿Cuál es
el buen camino? ¿Quién es el bueno o el malo? No siempre la respuesta es obvia,
al menos desde el punto de vista de la historia ficción.
Me
pregunto, sin embargo, ¿si de verdad encontramos la salida de ese laberinto que
se llama La conjura del esplendor? No lo sé. Queda a los lectores juzgar si hay
una salida o si quedan atrapados en los acertijos de La conjura del esplendor. Lo que algunos lectores ya nos han dicho
es que sienten que la conjura continúa y esperan descubrir cómo sigue en la
próxima novela.
Muchas
gracias.
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