Por deformación profesional, siempre tengo la inclinación a interpretar. No se trata de buscarle las cinco patas al gato (mis adorados gatos), pero de darle sentido a la palabra. El otro día comenté un titular de El País, en su edición América, que afirmaba que la intervención de Trump en la crisis venezolana opacaba el papel de las fuerzas democráticas. Mi comentario me valió una reprimenda de un colega que me llamó miope y prejuicioso.
Ningún discurso es inocente. Todo discurso es enunciado por una persona con una visión del mundo (incluso, éste que escribo ahora). Cuando editores y periodistas tratan, a estas alturas, de presentar alguna equivalencia entre la lucha de las fuerzas democráticas por la libertad y el empecinamiento de Maduro y sus secuaces por quedarse en el poder usurpador, se equivocan periodísticamente y moralmente. Peor aún, cuando pretenden reducir esta lucha a una manipulación del imperialismo yanqui para desalojar a Maduro de Miraflores, simplemente repiten una serie de viejos estereotipos y lugares comunes.
¿Que el imperialismo existe? Pues sí. ¿Que el gobierno que encabeza Trump está haciendo todo lo posible por acabar con el régimen criminal que tiene secuestrado a Venezuela? Obvio. ¿Que para ello se ha puesto en marcha una estrategia coordinada entre actores nacionales e internacionales, lo que incluye a muchos otros países como Canadá, Colombia, Brasil, etc.? Clarísimo.
¿Qué motiva este tipo de titulares? Tengo algunas hipótesis, pero avanzo la que me parece más plausible. Algunos editores y periodistas de medios tan prestigiosos como la BBC, El País o The Guardian (que han denunciado desde hace mucho tiempo los abusos, corruptelas, violaciones, barbaridades y miserias del chavismo, porque todo hay que decirlo), a veces se dejan llevar por un impulso de supuesta objetividad para poner sobre el tapete que la intervención del “antipático” Trump y funcionarios como Bolton y Abrahams (con sus pasados “problemáticos”) representa de alguna forma la tradicional política del gran garrote de EE.UU.
Los venezolanos sabemos que no es exactamente así. Estados Unidos tiene intereses en el hemisferio (de nuevo, lo obvio). Pero el tipo de régimen que estamos enfrentando, que cuenta con aliados como la Cuba castrista (el vampiro del Caribe), Rusia (que está a punto de hacerse la sueca), China (que quiere que le paguen sus reales), Irán (que odia al Gran Satán y al Pequeño Satán = Israel), Hezbolá (que ya tiene un record de muerte en Latinoamérica, por su participación en los atentados de Buenos Aires), y toda clase de criminales (desde tratantes de blancas hasta el ELN), no sale solamente con la presión interna. Desde adentro y desde afuera hay que hacer peso para que caiga, y que podamos tener un gobierno de transición y elecciones libres.