domingo, 28 de abril de 2019

Sobre los daños colaterales de la plaga chavista-socialista en las mentes de derechas: dogmatismo e irracionalidad

Los venezolanos debemos abandonar los dogmatismos y
las pasiones inútiles para reconstruir la convivencia social
Uno de los daños causados por el chavismo es la estrechez mental de algunas personas que se identifican como de derechas. He escuchado dos cosas que revelan el estado de rigidez espiritual que ha causado en algunos venezolanos la plaga socialista-populista. Como una especie de reacción por extremos, como un espejo de opuestos, determinados voceros de la llamada derecha liberal, con la que comparto algunos principios, han dicho dos barbaridades que merecen acortarse y analizarse.

Justicia social: principios de la civilización

La primera es la que dice que la noción de justicia social sería una jugarreta socialista-comunista para promover la corrupción y la servidumbre. Niegan de un solo plumazo toda una tradición civilizatoria occidental que considera la justicia social como un principio regulador de la vida en sociedad. Basta citar algunos postulados del Levítico, libro de la Biblia, que presento aquí:

"...Y cuando segareis las mieses de vuestra tierra, no acabarás de segar el rincón de tu campo, ni espigarás tu tierra segada; ni tampoco rebuscarás tu viña, ni recogerás los granos caídos de tu viña; para el pobre y el extranjero los dejarás..."

"...No usarás extorsión para con tu prójimo, ni le robarás. El salario del jornalero no ha de quedar en tu poder hasta la mañana..."

"...No maldecirás al sordo, ni pondrás tropiezo delante del ciego..."

"...No harás injusticia en el juicio; no favorecerás al pobre ni complacerás al rico, sino que con justicia juzgarás a tu prójimo..."

"...No andarás chismeando entre tu pueblo: no desatiendas a la sangre de tu prójimo (cuando esté en peligro) ..."

"...No odiarás a tu hermano en tu corazón...No te vengarás, ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo..."

"...Y cuando morare algún extranjero contigo, en vuestra tierra, no lo engañéis. Como un nativo vuestro os ha de ser el extranjero que morare con vosotros, y le amarás como a ti mismo, porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto..."

Son principios que encontramos en el cristianismo, en el islam, y también en otras religiones que no son de inspiración “abrahámica” (por Abraham, padre del monoteísmo) como el budismo o en filosofías como el confucianismo.

Es bueno destacar que la referencia es a la justicia y no a la caridad, que es más una virtud que ejercen las personas caritativas. La justicia social, noción que en el hebreo bíblico se expresa en la palabra tzedaká se refiere a lo justo y no simplemente a la inclinación a ser virtuoso. De hecho, mucha gente no es virtuosa ni caritativa. Por eso el principio de justicia no depende de las inclinaciones personales, sino de un valor que es tan universal como la libertad. Ser justo, y justo socialmente, es fundamental para la convivencia.

El capitalismo no es "natural"

La otra barbaridad que he escuchado de boca de estos puristas de derechas es que el capitalismo es “natural”. Esto merece que nos detengamos un momento en la noción de lo “natural”. Primero, hay que constatar que en este mundo civilizado en el que vivimos (civilizado en el sentido de civitas, de vida en la urbe) no hay ya casi nada que sea natural. Vivimos por, para y gracias a los artificios que hemos inventado los seres humanos, sobre todo las convenciones sociales y las tecnologías. Y uno de esos artificios es el capitalismo, una forma de organización social y económica que ha resultado más eficiente y productiva que otros artificios, como la planificación centralizada socialista, que fue un desastre económico y humano.

Pero decir que el capitalismo es “natural” es una tontería dogmática que ciega la razón y no permite que se aborde el debate público con sindéresis. El capitalismo es probablemente la forma de organización social y económica menos natural que existe, y de allí su fortaleza. No es porque el capitalismo responda a una naturaleza humana, sino porque es un artificio que es capaz de adaptarse y progresar, que ha podido superar una serie de obstáculos, incluyendo la competencia ideológica que alguna vez representó el comunismo. Si se quiere, el comunismo, como artificio ideológico y dogmático, estaba justamente condenado al fracaso por su incapacidad de adaptarse y reformarse. El capitalismo, que tiene como principio la libertad de acción individual, es el artificio económico (no natural) más eficaz que hasta ahora ha conocido el ser humano.

El artificio eje del capitalismo es el mercado, que es una convención humana que tiene sus reglas (“leyes” dicen los economistas) creadas y aceptadas por las personas con el fin de hacer transacciones de objetos, de servicios y de ideas. Este artificio responde a unas dinámicas (oferta y demanda), pero no es perfecto, es decir, produce a veces efectos que en lo moral, social y económico no son deseables para la convivencia social (por ejemplo: monopolios, oligopolios, cartelización de precios, competencia desleal, explotación de trabajadores, daños ambientales). Por eso, sin negar la centralidad del mercado como mecanismo “auto-regulador” de la actividad económica, existen modelos de organización socio-económica que han buscado un equilibrio entre mercado capitalista y justicia social. Pensamos, en primer lugar, en el modelo alemán de la post-guerra llamado economía social de mercado, pero podríamos citar otros como el mismo modelo japonés, el de los llamados Tigres asiáticos, los países nórdicos, en el que destaca Noruega, y tantos otros.

En Venezuela, y entre venezolanos, es muy difícil mantener un debate racional y desapasionado en estos días. La destrucción provocada por el chavismo en lo social, material, económico, político y moral ha dañado la capacidad de convivencia entre venezolanos que piensan diferente. El retorno de la democracia se logrará cuando entendamos que hay que abandonar los dogmatismos y las pasiones inútiles.