Anoche soñé que un buen amigo mío era un oso. Sí, un oso pardo, grande, con garras afiladas. Sabía que era él, pero no me sentía totalmente seguro. ¿Y si olvida que soy su amigo de la infancia? Me dijo que lo acompañara a comprar algo. No me acuerdo qué necesitaba comprar (¿un salmón o un tarro de miel?). Su hermano apareció en el sueño. Él sí era él (es decir, su aspecto era humano). No hizo ningún comentario, como si el aspecto de oso de su hermano fuera la cosa más normal del mundo. Me dijo que andaba de visita por allí. Que pronto se iría. Me insistía en que nos fuéramos con su hermano – oso. Dudé. Me fijé en sus garras. Con cierta aprensión caminé con los dos. El amigo oso nos iba abriendo paso por unas calles estrechas. A veces se ponía de pie para ojear una vitrina. Me indicaba que un traje azul marino le quedaría bien, o que tal camisa a rayas estaba a buen precio. Eso me tranquilizaba. Cuando me volteé, me di cuenta que su hermano ya no estaba allí. En una calle desierta nos habíamos quedado solos mi amigo-oso y yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario