Cual feligreses, hay personas que no admiten la crítica a la UCV (ilustración del autor). |
Sigo con mi reflexión sobre lo sucedido en la Universidad Central de Venezuela (UCV) el domingo 14 de julio de 2024 en plena campaña electoral. Desafiando una prohibición de las autoridades universitarias, los estudiantes invitaron al candidato Edmundo González Urrutia (EGU) y a María Corina Machado (MCM) a un acto que se celebró en el área del rectorado, a pesar de la expresa prohibición comunicada por el rector en un memorándum enviado a la Federación de Centros Universitarios (FCU).
Algunos profesores y egresados expresaron su desagrado por la participación de EGU y MCM en el acto, desobedeciendo así a la autoridad universitaria. El argumento es que el rector y su equipo de dirección fueron electos democráticamente, y que esa autoridad legítima debería respetarse. Quienes repudiaron la acción del candidato y la líder opositora ven en esto un mal precedente de no respeto a la norma. Algunos llegaron a decir que un gobierno de EGU y MCM actuaría de forma arbitraria, pasando por encima de la constitución y las leyes. Han equiparado al candidato y la líder opositora con el chavismo, lo que me parece un exabrupto, pero revela sentimientos profundos.
La relación de muchas personas en Venezuela con la UCV es la que tienen los feligreses con su religión. Lo he constatado en varias oportunidades. Aunque no soy egresado de la UCV (solo estudié algunos semestres de ingeniería y asistí a cursos en la Escuela de Arte), admiro a la universidad más importante de Venezuela. Ha sido durante años, y a pesar de muchas dificultades ahora en tiempos chavistas y antes, un centro de excelencia en muchísimas áreas, incluyendo medicina, ciencias de la salud, humanidades y ciencias sociales.
Como en el caso de los feligreses, los ucevistas, sean profesores o egresados, se vinculan a esta casa de estudios e investigación desde la emoción. Lo comprobé varias veces cuando hice un ejercicio de identificación del valor social de una organización. Cuando proyectaba en la pantalla el emblema de la UCV, la reacción era de admiración y casi de estremecimiento entre muchas de las personas que participaban en ese ejercicio. El ejercicio pretendía identificar tres tipos de valores: valor - verdad, valor - utilidad y valor - estético (o emocional). A pesar de que la UCV representaba para los participantes los tres valores (sin duda representa verdad y utilidad), el aspecto emocional y estético (especialmente por su magnífica Ciudad Universitaria) era el que prevalecía.
Otra aspecto de esta admiración casi reverencial es que profesores o egresados no admiten muy bien la crítica a la UCV. Me ocurrió recientemente con una colega que no aceptó de buen agrado que se recordara algunos aspectos menos brillantes de su universidad, como por ejemplo, los períodos rectorales de Edmundo Chirinos (un abusador sexual y asesino convicto) y de Luis Fuenmayor Toro (un personaje nefasto, comunista antisemita que sigue pululando por allí). O que se le señalara el dominio que tenía la izquierda más radical en la universidad, donde se admiraba a las dictaduras de Cuba, la Unión Soviética, los delirios de Muamar Gadaffi, e incluso a la Corea comunista. Esto también fue la UCV, les guste o no a sus profesores y egresados. Pero como feligreses se ofenden si uno les toca ese espacio sagrado.
Y hay buenas razones para considerarlo como tal, pues es realmente una joya de la arquitectura, el urbanismo y el arte del siglo XX. Es una de las grandes obras de la modernidad venezolana que también nos recuerda que en el país se pueden proyectar y realizar grandes obras para beneficio y disfrute de sus ciudadanos.
Aquí pueden leer la primera parte de este texto: https://isaacnahon-serfaty.blogspot.com/2024/07/las-autoridades-la-ucv-y-el-cambio.html
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