martes, 21 de julio de 2020

Masa y Poder de Elías Canetti

Elías Canetti, Premio Nobel de Literatura 1981
En este episodio de mi podcast comento el libro Masa y Poder de Elías Canetti. Es una obra que tiene especial vigencia en tiempos de comunicaciones digitales y de distanciamiento físico. 

Lo pueden escuchar haciendo click aquí.

jueves, 9 de julio de 2020

Mi amigo


Anoche soñé que un buen amigo mío era un oso. Sí, un oso pardo, grande, con garras afiladas. Sabía que era él, pero no me sentía totalmente seguro. ¿Y si olvida que soy su amigo de la infancia? Me dijo que lo acompañara a comprar algo. No me acuerdo qué necesitaba comprar (¿un salmón o un tarro de miel?). Su hermano apareció en el sueño. Él sí era él (es decir, su aspecto era humano). No hizo ningún comentario, como si el aspecto de oso de su hermano fuera la cosa más normal del mundo. Me dijo que andaba de visita por allí. Que pronto se iría. Me insistía en que nos fuéramos con su hermano – oso. Dudé. Me fijé en sus garras. Con cierta aprensión caminé con los dos. El amigo oso nos iba abriendo paso por unas calles estrechas. A veces se ponía de pie para ojear una vitrina. Me indicaba que un traje azul marino le quedaría bien, o que tal camisa a rayas estaba a buen precio. Eso me tranquilizaba. Cuando me volteé, me di cuenta que su hermano ya no estaba allí. En una calle desierta nos habíamos quedado solos mi amigo-oso y yo. 

martes, 7 de julio de 2020

COVID-19 como metáfora

Susan Sontag

En el cuarto episodio de mi podcast Esto NO es un Conversatorio comento el libro de Susan Sontag La enfermedad y sus metáforas. Uso su marco analítico para reflexionar sobre la pandemia de COVID-19, una metáfora llena de paradojas globalistas y antiglobalistas. Pueden escucharlo haciendo click aquí.

viernes, 3 de julio de 2020

Relato breve: Shabat de cirujanos


Los ojos decían mucho. Algunos inclinaban sus cabezas dando la bienvenida. Otros hacían un esfuerzo con la vista para reconocer a alguien que llegaba un poco tarde. La mayoría permanecía en silencio. La verdad es que no era silencio. Más bien murmuraban plegarias con la cabeza baja. Uno que otro hacía un movimiento fugaz como buscando la mirada cómplice en el límite de los dos metros de su pequeño territorio. Seguro que había alguien que escondía una sonrisa que los otros no captaban. E incluso, había alguien que hablaba consigo mismo con un susurro casi inaudible desde las distancias. De vez en cuando unas pupilas se posaban sobre un reloj pulsera. Y una mano sacaba un pañuelo del bolsillo para secarse el sudor de la frente. Todo resultaba un poco sofocante, pero no hubo pánico. Como si hubieran recibido un entrenamiento especial o ya se hubieran acostumbrado a la nueva rutina, que incluía el uso de guantes de látex para abrir la puerta de la entrada (guantes que debían desechar inmediatamente después de usarlos). Al finalizar hubo un momento de excitación. Quisieron acercarse, salir de los micro territorios, preguntar cómo estaban sus respectivas paces. Pero uno advirtió que debían mantenerse alejados. Se desplazaron siguiendo la flecha que señalaba la salida. Ya en la calle, las mascarillas eran retiradas con cierta impaciencia. “Shabat de cirujanos”, pensó mientras el aire cálido acariciaba su rostro.